Colores y su significado atribuible



ROJO

Color de fuego y de sangre, es el color de la libido y del corazón, encarna el ardor y la belleza, la fuerza impulsiva y generosa, el eros libre y triunfante, el amor liberador, el color de la ciencia, el del conocimiento esotérico,sinónimo de juventud, riqueza y amor.

Innumerables tradiciones asocian el color rojo a todas las festividades populares y especialmente a las fiestas de primavera, de matrimonio y de nacimiento.

El rojo es por excelencia el color guerrero, en Roma era el color de los generales, de la nobleza, de los patricios, se convirtió en consecuencia en el de los emperadores.

En el Extremo Oriente , el rojo evoca de manera general el calor, la intensidad, la acción y la pasión. Es el color de “rajas”, la tendencia expansiva.

AZUL

Es el más profundo de los colores: en él la mirada se hunde sin encontrar obstáculo y se pierde en lo indefinido, como delante de una perpetua evasión del color. El azul es el más inmaterial de los colores: la naturaleza nos lo presenta sólo hecho de transparencia, es decir de vacío acumulado, vacío del aire, vacío del agua, vacío del cristal o del diamante. Es el más frío de los colores, sugiere una idea de eternidad tranquila y altiva, que es sobrehumana, o inhumana.

Su movimiento, para un pintor como Kandinsky, “es a la vez un movimiento de alejamiento del hombre y un movimiento dirigido únicamente hacia su propio centro que, sin embargo, atrae al hombre hacia lo infinito y despierta en él deseo de pureza y sed de lo sobrenatural”.

Un entorno azul calma y apacigua, su profundidad tiene una gravedad solemne, supraterrenal. Evoca la idea de la muerte.

El azul es el color del “yang”, por tanto, de las influencias bienhechoras. Color del cielo obscuro, lejano, evoca la morada de la inmortalidad, pero también, si se lo interpreta según el Tao-te king, lo no manifestado.

AMARILLO

Color intenso, violento, agudo hasta la estridencia o bien amplio y cegador como una colada de metal en fusión, el amarillo es el más caliente, expansivo y ardiente de los colores, difícil de entender, desborda siempre los marcos donde se lo quiere ceñir.

Kandinsky escribe: “el amarillo tiene tal tendencia a la claridad que no puede haber amarillo muy oscuro. Se puede decir pues, que hay una afinidad profunda, física, entre el amarillo y el blanco”.

Es el vehículo de la juventud, la fuerza y la eternidad divina, es el color de los dioses. En la tierra es atributo del poderío de los príncipes, reyes y emperadores, para proclamar el origen divino de su poder.

El amarillo es el color de la eternidad, como el oro es el metal de la eternidad.

Triunfa sobre la tierra con el verano y el otoño: es el color de las espigas maduras que se inclinan hacia la tierra y el color de esta misma cuando ha perdido su manto de verdor. Anuncia entonces la declinación, la vejez, el acercamiento a la muerte.

Los maquillajes de los actores del teatro de Pekín indican con el amarillo la crueldad, el disimulo, el cinismo. Sin embargo, en ese mismo teatro tradicional las costumbres de los príncipes y emperadores, que indican no la psicología, sino la condición social de los personajes, son igualmente amarillos. Esta utilización del color amarillo en el teatro chino da muy buena cuenta de la ambivalencia que le es propia y que lo señala como el más divino de los colores, al mismo tiempo que el más terreno.

VERDE

El verde, valor medio, mediatriz entre el calor y el frío, lo alto y lo bajo, es un color tranquilizador, refrescante, humano. Cada primavera, después de que el invierno ha convencido al hombre de su soledad y de su precariedad desnudando y helando la tierra que lo contiene, ésta se reviste de un nuevo manto verde, que vuelve a traer la esperanza, al mismo tiempo que la tierra vuelve a resultar nutritiva. Es el color del reino vegetal, color de agua, color de la esperanza, de la fuerza, de la longevidad y el color de la inmortalidad, que simbolizan universalmente los ramos verdes. Color envolvente, calmante, refrescante, tonificante.

La bandera del islam es verde; y este color constituye para el musulmán el emblema de la salvación y el símbolo de todas las más altas riquezas, materiales y espirituales, también el color del conocimiento.

Por ser benéfico el verde toma pues un valor mítico, la juventud eterna prometida a los elegidos.

La verde Erin, antes de designar a Irlanda, es la isla de los bienaventurados del mundo céltico.


NARANJA

A medio camino entre el amarillo y el rojo, este color simboliza en primer lugar el punto de equilibrio del espíritu y de la libido, símbolo de fidelidad, la templanza y la sobriedad, expresión de la fe constante, que triunfa sobre el ardor de las pasiones y las extingue.

Pero tal equilibrio tiende a romperse en un sentido o en otro, y se convierte entonces en la revelación del amor divino, o en el emblema de la infidelidad y la lujuria. En el primer caso están, sin duda, el vestido azafranado de los monjes budistas y la cruz de terciopelo anaranjado de los Caballeros del Espíritu Santo, al lado opuesto, se dice que Dionisos viste de color naranja.

VIOLETA

Color de la templanza, hecho de una igual proporción de rojo y de azul, de lucidez y de acción reflexiva, de equilibrio entre la tierra y el cielo, los sentidos y la mente, la pasión y la inteligencia, el amor y la sabiduría.

El arcano XIV del tarot, llamado La Templanza, representa a un ángel que tiene en las manos dos vasos, uno azul y otro rojo, entre los cuales se intercambia un fluido incoloro, el agua vital. El violeta, invisible en esta representación, es el resultado de este intercambio perpetuo entre el rojo de la fuerza impulsiva y el azul celeste.

Símbolo de sacrificio, de obediencia y de sumisión, del ser humano espiritual.


BLANCO

Como su color contrario, el negro, el blanco puede situarse en los dos extremos de la gama cromática. Significa ora la ausencia, ora la suma de los colores. Es el color del pasaje, considerado éste en el sentido ritual, por el cual se operan las mutaciones del ser, según el esquema clásico de toda iniciación: muerte y renacimiento.

El blanco del oeste es el blanco mate de la muerte, que absorbe el ser y lo introduce en el mundo lunar, frío y femenino; conduce a la ausencia, al vacío nocturno, a la desaparición de la conciencia y de los colores diurnos. El blanco del este es el del retorno: es el blanco del alba, cuando la bóveda celeste reaparece vacía aún de colores, pero rica de todo su potencial.

Kandinsky dijo acerca del color blanco:” El blanco, que se ha considerado a menudo como un “no color” es como el símbolo de un mundo donde todos los colores, en cuanto propiedades de substancias materiales, se han desvanecido…el blanco actúa sobre nuestra alma como el silencio absoluto…este silencio no está muerto, rebosa de posibilidades vivas…es una nada llena de alegría juvenil o, por decirlo mejor, una nada antes de todo nacimiento, antes de todo comienzo. Así resonó tal vez la tierra, blanca y fría, en los días de la época glaciar.”


NEGRO

Contracolor del blanco, el negro es su igual en valor absoluto. Como el blanco, puede situarse en las dos extremidades de la gama cromática, en cuanto límite de los colores cálidos y de los fríos; según su matiz o brillo, se convierte entonces en la ausencia o en la suma de los colores, en su negación o en su síntesis.

Simbólicamente es más frecuentemente entendido en su aspecto frío, negativo, asociado a las tinieblas primordiales, a la indiferencia original.

Expresa la pasividad absoluta, el estado de muerte consumado, es pues color de duelo, sin esperanza, sin posibilidades, como un silencio eterno, sin porvenir, color de condenación, el negro se convierte también en el color de la renuncia a la vanidad de este mundo.

En su aspecto más positivo representa el color de la tierra fértil y de las nubes henchidas de lluvia, de las aguas profundas que contienen el capital de vida latente. A menudo es el color de las diosas madres, grandes diosas de la fertilidad.


Diccionario de los Símbolos
Jean Chevalier / Alain Gheerbrant