El territorio actual chino ha estado poblado desde tiempos muy antiguos. Destaca entre los pobladores remotos del país el hombre de Pekín, del cual se encontró un cráneo y que los arqueólogos consideran que vivió dentro del norte de la actual China hace unos 500.000 años. Además de épocas más recientes se han logrado múltiples hallazgos de restos de culturas prehistóricas. Una de las zonas con más vestigios de presencia humana antigua en China es el valle del Río Amarillo, donde apareció la primera cultura histórica china: La dinastía Shang (siglo XVII a. C. - siglo XI a. C.). A esta dinastía, conocida sobre todo por los descubrimientos arqueológicos del siglo XX, le seguirá la dinastía Zhou (siglo XI a. C. - 256 a. C.). Durante el periodo Zhou aparecen las escuelas de pensamiento chino antiguas, representadas por pensadores como Confucio, Mencio, Laozi o Zhuangzi.

La Gran Muralla China (una parte). Es una antigua fortificación china construida para proteger el imperio de China desde el siglo III a. C. de los ataques de los nómadas xiongnu de Mongolia y Manchuria. Actualmente una de las Nuevas maravillas del mundo.

En 221 a. C. Qin Shi Huang unifica el norte de China y se proclama a sí mismo "primer emperador". El emperador Qin adopta medidas de unificación política y cultural de repercusiones enormes para el futuro de China. Al poco después de su muerte se funda la dinastía Han (206 a. C. - 220), otra de las grandes dinastías chinas.

Tras la dinastía Han se sucederán periodos de unión y de desunión marcados por la caída y ascenso de nuevas dinastías. Entre las más importantes de éstas están la dinastía Tang (618 - 907), que en sus momentos iniciales marcó un momento de esplendor cultural, la dinastía Yuan (1206 - 1368), fundada por los mongoles tras invadir China, y las dos últimas dinastías, Ming (1368 - 1644) y Qing (1616 - 1911), esta última de origen manchú.

El levantamiento de Wuchang el 10 de octubre de 1911 desencadena el final de la China imperial. El revolucionario Sun Yat-sen, fundador del partido nacionalista Kuomintang, vuelve a China para proclamar la República de China, pero se verá obligado a ceder la presidencia a Yuan Shikai, quien depone definitivamente al último emperador. El periodo republicano se caracterizó por la debilidad del poder central, primero en Pekín, y después en Nanjing, donde el sucesor de Sun Yat-sen al frente del Kuomintang, Chiang Kai-shek, establece la capital de la República en 1927. Las invasiones japonesas, primero de Manchuria y después de gran parte del resto de China, mantendrán al país dividido hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.


Mao Zedong proclamando la fundación de la República Popular China el 1 de octubre de 1949 en Pekín

Tras la derrota japonesa se reanudó el enfrentamiento entre el Gobierno del Kuomintang y el Partido Comunista de China, desatándose una guerra civil que acabaría en 1949 con la victoria de los comunistas en el continente. El 1 de octubre de ese año, el líder comunista Mao Zedong proclamó la República Popular China. El Gobierno de Chiang Kai-shek se tuvo que refugiar en la isla de Taiwán, única parte del país, junto a algunas islas pequeñas, que quedaría, hasta la actualidad, fuera del control del gobierno comunista.

Bajo la dirección de Mao, China, tras una breve etapa de recuperación, vivió momentos de grandes convulsiones sociales con campañas de masas de corte ideológico, como el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural.

Tras la muerte de Mao en 1976, el país estuvo dirigido brevemente por Hua Guofeng, político poco conocido y con escasos apoyos, que acabaría cediendo el poder a partir de 1978 a Deng Xiaoping, el nuevo líder máximo del país. La época de Deng estuvo marcada por las reformas estructurales que provocaron un intenso crecimiento económico que ha continuado hasta la actualidad. A Deng Xiaoping lo sucedieron en el poder sucesivamente Jiang Zemin y Hu Jintao, actual Presidente de la República Popular China.


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